6.10.08

LOS COSTOS DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA EN EL AMBITO PRODUCTIVO


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO
DELGADILLO GUZMÁN LEONOR GUADALUPE
MERCADO MAYA AIDA
PONCE DÁVALOS TERESA
GARCÍA ITURRIAGA SERGIO LUIS
SANTOS LÓPEZ ARISTEO

“Cuerpo Académico de psicología Organizacional en la UAEM”

Correos electrónicos
delgadilloleonor@hotmail.com
aidamercadom@hotmail.com

RESUMEN

Esta participación constituye una invitación para reflexionar sobre los efectos que en el ámbito productivo tiene la violencia doméstica, particularmente la violencia de pareja, cuyos costos van en detrimento de las ganancias sociales, económicas y personales de las partes involucradas: la organización y el recurso humano. Se desarrolla una discusión sobre las construcciones de género por sexo que llevan en sus implicaciones consecuencias desfavorables para la mujer y el hombre. Finalmente se cierra el trabajo con una serie de propuestas que desde los mandos de tomas de decisión pueden considerarse para hacer desde las organizaciones un frente activo que contrarreste a la violencia de pareja como fuente de riesgo y amenaza de las ganancias.

PALABRAS CLAVES
Violencia, poder, género.

INTRODUCCIÓN
Bajo el esquema económico actual en el que está inserto el mundo, la mano de obra femenina, como fuerza de trabajo resulta una de las fuentes más importantes; en opinión de Aguilar (1989) la inserción de la mujer en la época moderna en el contexto mexicano ha representado varios beneficios a los empresarios: pagos de bajos salarios en comparación con los devengados a los varones, menor ausentismo, mayor puntualidad, menos conflictos laborales, mejor disposición de obediencia a las figuras de autoridad: supervisores, jefes, gerentes y directivos. Esta condición de ganancia al menos para los inversionistas constituye un elemento de persuasión para continuar contratando mano de obra femenina, porque de manera sintetizada los riesgos y las pérdidas son menores en contraste con la mano de obra masculina.

No obstante, el observar este fenómeno masivo de inserción laboral femenino, se despiertan diferentes interrogantes: ¿qué pasa con la mano de obra masculina? ¿Por qué se toleran las diferencias salariales por género? ¿Qué medidas al respecto toma la Junta de Conciliación y Arbitraje de la Secretaría del Trabajo? Más aún ¿cómo se ve afectado el ámbito productivo con la violencia doméstica? ¿De qué manera se ve impactada la relación de pareja cuando la mujer es la que trabaja? ¿Qué efectos se dan en la familia cuando la mujer toma distancia del papel tradicional socialmente asignado? Con relación a las primeras interrogantes en una óptica gruesa y un tanto forzada, se observa que es posible explicar de manera parcial pero no por ello menos sólidamente, que el peso de las prácticas culturales juega un papel importante, prácticas que se distinguen por establecer una diferencia entre el hombre y la mujer, en un orden de superioridad-inferioridad, es por medio de tales prácticas que se logra in visibilizar algunos de los problemas de discriminación laboral entre los géneros.

El eje de discusión del presente trabajo se encuentra en las tres últimas interrogantes: ¿cómo se ve afectado el ámbito productivo con la violencia doméstica? ¿De qué manera se ve impactada la relación de pareja cuando la mujer es la que trabaja? ¿Qué efectos se dan en la familia cuando la mujer toma distancia del papel tradicional socialmente asignado?

Los conceptos fundamentales del fenómeno que se aborda son definidos de la siguiente manera:
Violencia: todo acto humano intencional que por acción u omisión, se vale de la fuerza física o simbólica para dañar a otro(s) física, psicológica, sexual o económicamente, para obligar al que se domina a actuar de una forma determinada. ¿Por qué definirla de esta manera? Sin pretender agotar con esta propuesta de definición a la violencia, se parte del hecho que la mayoría de los actos violentos se dan en el marco de las relaciones sociales, que pueden o no darse en la vida cotidiana, es decir, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la colonia y también en condiciones no cotidianas como la guerra, el terrorismo.

Violencia de pareja: aquel acto por acción u omisión por parte de uno de los miembros de la pareja, intencional, que valiéndose de la fuerza física o simbólica daña la integridad física, psicológica, sexual o económica del otro miembro. El concepto pareja será entendido como la relación entre dos adultos que se distingue por una afectividad en la que predominan los sentimientos del sí cuya vida es compartida en la cotidianidad (Heller, 1998).

Mujer: el término mujer se refiere al género femenino y a su condición histórica, su uso alude al grupo sociocultural de las mujeres, que en su conjunto comparten en términos históricos la relación sexo-género, que entre otras cosas, da vida a los otros, los reproduce en tanto que es procreadora y los recrea en tanto que es dadora de placer erótico (Lagarde, 1997). Trabajando en este momento con la mujer cuyo deseo y prácticas sexuales se dirigen hacia los miembros del sexo opuesto, mujeres que son heterosexuales. Es necesario precisar que en esta ponencia se toma distancia de la violencia institucional que en el marco del trabajo remunerado pueda existir, en virtud de que el objetivo es dar cuenta de las repercusiones de la violencia domésticas en toda organización que cuente con personal femenino.

El contenido de este trabajo contempla los siguientes apartados: el lugar social de la mujer, la valoración social y económica del trabajo de la mujer, formas de violencia, propuestas y conclusión.
DESARROLLO

􀂾 El lugar social de la mujer
De forma general se observa a partir de los trabajos de la antropología y la sociología, que la mujer ocupa un lugar secundario con respecto al lugar otorgado al hombre (Bourdieu, 2000; Elias, 2001; Lagarde, 1997, entre otros). Al finalizar la década de los años ochenta, las Naciones Unidas difundió una estadística sobre la discriminación y la explotación de las mujeres en el mundo: Entre 1980 y 1990, las mujeres, que representaban aproximadamente la mitad de la población mundial (51%), habían realizado dos terceras partes del trabajo productivo, habían recibido 10% del ingreso y sólo detentaban 1% de la propiedad mundial (Torres, 2001).

En el terreno político esta diferencia también se refleja, la División de Naciones Unidas para el Adelanto de la mujer, informó que si bien es cierto que la representación femenina se encuentra en este ámbito, también es cierto que su participación no excedía el 16% en los consejos locales, porcentaje que se ve reducido en las legislaturas nacionales: la mujer representa el 7% en los gabinetes nacionales y sólo el 4% en la jefaturas del ejecutivo (presidentas y primeras ministras) (Torres, 2001).
Cuando la mujer ocupa una posición social reconocida como masculina, hay una percepción particular: se trata de una mujer “desviada”, que se aleja de la norma, o en su caso, la trasgrede. Para ilustrar este punto, considérese los casos de los hogares con jefatura femenina en México, que son aproximadamente el 15% del total, se consideran como familias “defectuosas”, con menos apoyos institucionales: Créditos y préstamos bancarios, seguridad social, entre otros. Percepción que se valida en tanto que proviene de una sociedad cuyos esquemas se establecen de acuerdo a una visión androcéntrica y patriarcal.

􀂾 La valoración social y económica del trabajo de la mujer
En términos del trabajo, entendido como proceso de transformación de bienes y servicios llevados a cabo por una persona, las mujeres en edad reproductiva que prestan sus servicios en alguna institución y que además tiene pareja o bien familia, desempeñan una doble jornada laboral, aquella que realizan en su empleo y la otra que realizan en el marco de la unidad doméstica, de la casa. Trabajo de doble jornada que difícilmente realiza el varón, dadas las construcciones culturales que en torno al trabajo doméstico existen: exclusión de la participación del varón, el hogar como responsabilidad total de la mujer, lo que incluye su buen funcionamiento, aprovisionamiento y limpieza, el hogar como espacio de descanso y contención emocional sostenido por la mujer.

Las mujeres, como miembros inmersos en una sociedad androcéntrica y patriarcal, se relacionan en la desigualdad y necesitadas permanentemente de los otros para ser definidas como mujeres, respondiendo de esta manera al esquema dominante de la feminidad, definido en oposición a la masculinidad (Lagarde, 1997). Su subjetividad, su particular forma de concebir el mundo y su vida se van constituyen por el conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo conciente e inconscientemente en el marco de la desigualdad, la desigualdad como falta de
paridad, producto de la subordinación; su subjetividad se construye a través de una cultura (entendida como la reproducción de modos de vida y de concepciones del mundo particulares) que se caracteriza por su opresión a su género y la explotación de su fuerza de trabajo doméstica y asalariada.

Esta explotación a su fuerza de trabajo se vale de una justificación ideológica, que liga su jornada doméstica a la realización de sus instintos de amor, abnegación y dedicación, invisibilizando el valor productivo de su trabajo. A decir de Lagarde (1997), sólo con el feminismo se inicia un humanismo de fondo, pues se constituye como una crítica de esa cultura y propone una cultura nueva. Considere el lector la posibilidad de conseguir a otra persona para que realice todas las labores que lleva a cabo la mujer que en su casa se encuentra como ama de casa, de conseguir a esa otra hipotética persona tendría obligatoriamente que pagar los servicios, porque de otra forma no se consigue a nadie para que gratuitamente los haga, ¿por qué entonces no llevar a cabo esta misma lógica económica con la mujer que es ama de casa, independientemente de que trabaje y recibe un salario por otras actividades ajenas a las del hogar?

¿Qué es lo que nos detiene culturalmente a concebir el pago a esa mujer con la que se comparte la casa, el tiempo común y en ocasiones la paternidad? ¿Qué la hace diferente a esa otra que se contrata para hacer el quehacer doméstico pagándole por ese tiempo que dedica a dichas labores? Y en todo caso ¿Qué detiene a los hombres a compartir el tiempo y el esfuerzo a los servicios y bienes que se transforman en la casa, como unidad doméstica, para beneficio de sus miembros?
Si bien las formas de relación entre los géneros están sometidas a cambios desde hace algunos años, tal y como lo ilustra Giddens (2000) en el análisis general que realiza en las sociedades occidentales, cabe también aclarar que su análisis está enfocado a los países con más alto desarrollo socio-económico, léase: Estados Unidos e Inglaterra fundamentalmente, lo que no significa que el resto de los países occidentales corran con la misma dinámica de transformación, bajo el mismo ritmo e infraestructura que aquellos dos.

Lo anterior significa que a la fecha prevalece como modelo de relación entre los géneros un ejercicio del poder diferenciado. Partiendo de la definición que sobre poder cita Foucault (2000), como la capacidad social que un individuo tiene para obligar a otro u otros a actuar de determinada manera, en el marco del espacio social se coloca al varón en una posición de superioridad y a la mujer en una posición de inferioridad, el uno con respecto al otro y viceversa.

De ahí que la imposición por género ya haya quedado establecida desde las antiguas civilizaciones hasta nuestra época en varios lugares de este nuestro mundo. Ligando la definición del poder con la definición de la violencia dada en las primera entonces es fácil visualizar que la violencia es una expresión del poder, en este sentido, la violencia que aquí se aborda es la directa, aquella que se juega en la interacción de los miembros de la pareja, que se expresa como un acto pasivo o activo
que somete y daña a otro.

Siguiendo este razonamiento, si la violencia es una expresión extrema del poder cabe la pregunta ¿existen otros tipos de violencia que no sean extremas? Este cuestionamiento lleva a las consideraciones que sobre violencia simbólica presenta Bourdieu (2002) junto con otras de sus nociones: habitus y espacio social, que dan lugar a una comprensión del cómo los miembros de una sociedad desarrollan formas disposicionales de relación con los demás, en tanto que, están inmersos en una cultura específica, estas formas disposicionales no son otra cosa que el habitus, como social inscrito en el cuerpo, guiadas por taxonomías prácticas, las oposiciones entre lo alto y lo bajo, lo masculino y lo femenino, etcétera (Bourdieu, 2000b: 71, 79).

Dichas formas permiten la reproducción de las consignas sociales de acuerdo a la posición que en el espacio social se ocupe y al mismo tiempo lega al individuo su identidad, como construcción social con la que conoce y reconoce las acciones propias y ajenas, que codifica con esquemas cognitivos y percepciones compartidas con los demás. Las relaciones entre géneros se distinguen por ser asimétricas en la disposición y uso del poder; una visión que es producida y reproducida desde la acción de los miembros de la familia, de la escuela, la iglesia y hasta el Estado, a través de sus distintas instituciones sociales, que inculcan un aprendizaje diferenciado: para la mujer la sumisión del cuerpo, para el hombre la dominación del cuerpo propio y ajeno. Se trata de la compleja elaboración de un trabajo psicosomático, que tiende a virilizar a los varones y a empequeñecer a las mujeres, un trabajo que es asimilado de manera inconsciente como también por obediencia deliberada, que muestra la adscripción al comportamiento correcto, valorado así por los miembros de los diferentes grupos sociales en los que se relaciona.

Ese aprendizaje configura esquemas que de acuerdo con Bourdieu funcionan como matrices de las percepciones, de los pensamientos y de las acciones de todos los miembros de la sociedad, que al ser universalmente compartidas se imponen a cualquier agente como trascendentes. Es así como se afirman las estructuras de dominación, con las que contribuyen todos los agentes singulares, incluidas las mujeres, con armas como la violencia física y la violencia simbólica. Esta última se instituye a través de la adhesión que el dominado, en este caso las mujeres, se sienten obligadas a conceder al dominador, al varón, y en consecuencia a la dominación; al no disponer el dominado de otros instrumentos de conocimiento para imaginar una relación distinta a la que tiene, esta relación de dominación parece natural. En este sentido, en las relaciones de pareja uno de los principios comunes universalmente compartido, es aquel que exige que el hombre ocupe por los menos aparentemente y de cara al exterior la posición dominante, principio que queda ilustrado de forma explícita en la diferencia de estatura y de edad, como signos admitidos por todo el mundo (2000).

Sin embargo, una riqueza conceptual de la noción de habitus, es que al mismo tiempo que implica lo arriba descrito, también, se liga con lo impreciso y lo vago. Se trata de una espontaneidad que se afirma con la confrontación improvisada con situaciones sin cesar renovadas, obedeciendo a una lógica práctica (Bourdieu, 2000b).
Es esta parte de indeterminación, de apertura, lo que hace que el agente no pueda remitirse complemente al habitus en las situaciones críticas y peligrosas, como lo es la violencia de pareja. Bourdieu enuncia como ley general que ‘cuanto más peligrosa es la situación más la práctica tiende a ser codificada’ (2000b). Codificar es a la vez poner en forma y poner formas, se trata de una operación que establece un orden simbólico.

No obstante, el reconocimiento que hace Bourdieu sobre la capacidad de reacción que un sujeto puede tener frente a condiciones críticas y peligrosas como la violencia de pareja, para poder afrontar de manera más efectiva, es necesario que los distintos escenarios en los que la mujer se mueve se encuentren sensibilizados para contrarrestar los desfavorables efectos de la violencia doméstica de pareja. Uno de esos importantes escenarios son los lugares de trabajo laboral en los
que se encuentran insertas alguna de estas mujeres, tan importante es esta participación que con ella se emprenderían acciones concretas para abatir: accidentes de trabajo, incapacidades, mermas en la producción, impuntualidad, falta de concentración, fatiga crónica, cuadros depresivos disfrazados por comportamientos disfóricos (maniacos), omisión de seguimiento a pendientes relevantes llevados por el personal femenino secretarial, mandos medios, ejecutivas y directivas; lo anterior sin dejar de la a la angustia como síntoma constante que consume energía y va mermando la fortaleza en el psiquismo del sujeto así como sus defensas biológicas.

En los casos más delicados se presentan ideas suicidas u homicidas, que presuponen el preludio de una tragedia, en una época en la que la vida es una de las prerrogativas universales del ser humano.
Tales situaciones de riesgo representan las consecuencias probables de los costos de la violencia de pareja, cuyos efectos no quedan ahí agotados. Una proporción considerable de los costos de la violencia en general, corresponde a su repercusión en la salud de las víctimas y a la carga que impone a las instituciones sanitarias (Organización Mundial de la Salud, OMS, 2002). Esta situación
como problema de salud pública se colocó en la agenda de discusión internacional hasta 1996, por la Asamblea Mundial de la Salud.

Las situaciones arriba mencionadas, representan pérdidas de recursos y calidad de toda institución sea pública o privada, elementos que constituyen los ejes de credibilidad social de cualquier organización. Ahora, para cerrar este apartado considérense los costos del modelo cultural construido para los varones, el otro lado de la moneda, en el que se verá que los efectos son igualmente delicados y por lo tanto inquietantes, para lo cual se retomarán los datos presentados por Campos (2003, citando a CONAPO, 1998): entre los cinco y los 14 años los accidentes constituyen la principal causa de muerte en un número mayor de niños que de niñas. Entre los 15 y los 29 años, el homicidio, las lesiones y los accidentes son la segunda causa de muerte en los hombres, seguida
del suicidio y el sida. Entre los 30 y los 64 años la cirrosis (causada por el alcoholismo) es la principal causa de muerte. El 95% de la población en prisión corresponde a varones. Al año mueren más hombres que mujeres, con una diferencia de 50 mil. En promedio los hombres viven 6.5 menos que las mujeres.

􀂾 Formas de violencia
Se puede hablar de diferentes formas de violencia en la pareja: física, psicológica, sexual y económica, el cómo cada una de ellas es definida se expone a continuación. Haciendo la puntuación concreta que vale focalizar la atención en la violencia psicológica y la violencia económica, por tratarse de dos formas en las que se puede observa la tiranía de la sutileza, en otras palabras, son las dos formas con las que se puede ocultar o disfrazar una acción violenta en aras de un supuesto beneficio o comando moral, lo que no excluye a la mujer para recurrir a ella, se trata de formas de
violencia que se encuentran en el límite de la evidencia.

Violencia física
Es cuando un miembro de la pareja se encuentra en una situación de peligro corporal o está controlada por amenazas de uso de fuerza física. Las manifestaciones de este tipo de violencia pueden incluir: a) empujones, bofetadas, puñetazos, patadas, arrojar objetos, estrangulamiento; b) heridas por arma; c) sujetar, amarrar, paralizar; d) abandono en lugares peligrosos; y e) negación de ayuda cuando la mujer está enferma o herida. El abuso físico es generalmente recurrente y aumenta tanto en frecuencia como en severidad a medida que pasa el tiempo, pudiendo causar la muerte de una persona (Venguer, Fawcett, Vernon y Pick, 1998).

Es la más evidente, el daño se marca en el cuerpo de la víctima con golpes, heridas, mutilaciones y aun homicidios, en ocasiones las lesiones son internas. Quien ejerce esta violencia puede golpear con las manos, los pies, la cabeza, los brazos, o utilizando algún objeto (cinturón), puede infligir heridas con cuchillos, navajas o pistolas. Además de los golpes están los jalones de cabello, la inmovilización de la víctima y el encierro. La violencia física por omisión consiste en privar de cuidados, ya sea de alimentación, bebida, medicinas, e impedir que la persona salga de la casa. En el caso de la violencia de pareja se encuentran las agresiones durante el embarazo que sufren alguna mujeres (Torres, 2001).

Para los fines del presente trabajo la violencia física será tomada como: el uso de la fuerza por parte de uno de los miembros de la pareja, que tiene como consecuencia el daño físico sobre el otro miembro, pudiendo incluso poner en peligro su vida, pudiéndose valer del uso de objetos.

Violencia psicológica. Se distingue por gritos, amenazas de daño, aislamiento social y físico (no poder salir, no hablar con otros, etc.), celos y posesividad extrema, intimidación, degradación y humillación, insultos y críticas constantes. Otras manifestaciones de la violencia psicológica son las acusaciones sin fundamento, la atribución de culpas por todo lo que pasa, ignorar o no dar importancia o ridiculizar las necesidades de la víctima, las mentiras, el rompimiento de promesas, manejar rápida y descuidadamente para asustar e intimidar, llevar a cabo acciones destructivas (romper muebles, platos y, en general, pertenencias de la mujer) y lastimar mascotas o a los propios hijos y/o los hijos de la pareja (Venguer, Fawcett, Vernon y Pick, 1998).

Esta violencia produce daño en la esfera emocional y el derecho vulnerado es la integridad psíquica, la víctima refiere sensaciones y malestares: confusión, incertidumbre, humillación, burla, ofensa, duda sobre sus propias capacidades, entre otras. Quien sufre esta violencia, ve reducida su autoestima, conforme vive rechazo, desprecio, ridiculización e insultos, así como, trastornos de la alimentación, del sueño, y otras enfermedades fisiológicas cuyo origen está en el daño emocional. El agresor actúa con la intención de humillar, insultar, degradar, su busca que la otra persona se sienta
mal, haciendo uso de la mordacidad, la mentira, la ridiculización, el chantaje, sarcasmos relacionados con el aspecto físico, las ideas, los gustos de la víctima, el silencio, las ofensas, la burla, el aislamiento y la amenaza de ejercer otras formas de violencia como por ejemplo física o sexual (Torres, 2001).

En la violencia psicológica de pareja se da el asedio, lo que hace una persona para controlar a otra: llamarla por teléfono para saber donde está, interrogarla sobre lo que hace, acusarla de infiel (Torres, 2001). Las amenazas son los avisos con los que el hombre anuncia a la mujer que le hará daño: golpes, llevarse a los hijos, de suicidarse, de matarla, de acusarla de algún delito, de internarla por “loca”, de destruir sus cosas, las amenazas surten efecto cuando las mujeres creen que su pareja es capaz de cumplirlas. La intimidación consiste en hacer ademanes agresivos (como conatos de golpes, infundiendo miedo a la mujer con el uso de objetos, aislarla, hacerle notar su soledad, incrementar su dependencia económica o emocional (Torres, 2001).

En el presente trabajo la violencia psicológica será entendida como: el uso de mensajes negativos verbales y no verbales que dañan psicológicamente a la pareja, en algunos casos acompañados de conductas intimidatorias o destructivas, esta violencia se descompone en cuatro subcategorías: la desvalorización, indiferencia, coerción, y control.

Desvalorización: supone un desprecio de las opiniones, de las tareas o incluso del propio cuerpo de la víctima, de sus ideas, sus conductas y sus gustos (Echeburúa, 1998). Indiferencia: actos que manifiestan desinterés por las necesidades, actividades y pláticas de la pareja. Representa una falta total de atención a las necesidades afectivas y los estados de ánimo de la mujer (Echeburúa, 1998).

Coerción: actos y mensajes de amenaza emitidos por la pareja dirigidos hacia el otro miembro y que buscan obligarlo a hacer algo. intimidación, coacción (Jacobson y Gottman, 2001). Control: prohibiciones y mecanismos de vigilancia impuestos por la pareja sobre el otro miembro. Vigilancia, fiscalización (Jacobson, y Gottman, 2001).

Violencia sexual
Esta forma de violencia incluye cualquier tipo de sexo forzado o degradación sexual, como: 1) intentar que la pareja efectúe relaciones sexuales o practique ciertos actos sexuales contra su voluntad; 2) llevar a cabo actos sexuales cuando la pareja no está en sus seis sentidos, o tiene miedo de negarse; 3) lastimar a la pareja físicamente durante el acto sexual o atacar sus genitales, incluyendo el uso oral o anal de objetos o armas; 4) forzar a la pareja a tener relaciones sexuales sin protección contra embarazo y/o enfermedades de transmisión sexual; 5) criticar a la pareja e insultarla con nombres sexualmente degradantes; 6) acusarla falsamente de actividades sexuales con otras personas; 7) obligarla a ver películas o revistas pornográficas; 8) forzarla a observar mientras se está teniendo relaciones sexuales con otra persona (Venguer, Fawcett, Vernon y Pick, 1998).

Entre sus manifestaciones está: la violación, que consiste en la introducción del pene o de otro objeto a la vagina, el ano o la boca, mediante el uso de la fuerza física o moral, aunque a este respecto no hay un acuerdo en los distintos códigos penales del país en su tipificación, ni en su castigo. También están como violencia sexual los tocamientos en el cuerpo de la víctima, las burlas hacia su sexualidad, el hostigamiento sexual y en general prácticas sexuales no deseadas. En este tipo de violencia se presenta una combinación de violencia física y psicológica, por un lado se somete el cuerpo de la víctima y por el otro se daña su integridad emocional, por lo displacentero de la experiencia (Torres, 2001).

En este trabajo se utilizará la definición de Venguer y colaboradores por considerar que la forma en como se detalla engloba las diferentes manifestaciones de violencia sexual.

Violencia económica Es otra forma de controlar a la pareja haciéndola dependiente. Incluye el control y manejo del dinero, las propiedades y, en general, de todos los recursos de la familia por parte del hombre. Algunas manifestaciones de este tipo de violencia son: 1) hacer que la pareja de todo tipo de explicaciones cada vez que necesita dinero, ya sea para uso familiar o el propio; 2) dar menos dinero del que se sabe necesita a pesar de contar con liquidez; 3) inventar que no hay dinero para gastos que la mujer considera importantes; 4) gastar sin consultar con la pareja cuando el otro quiere algo o considera que es importante; 5) disponer del dinero de la pareja (sueldo, herencia, etc.); 6) que la pareja tenga a su nombre las propiedades derivadas del matrimonio; 7) privar de vestimenta, comida, transporte o refugio (Venguer, Fawcett, Vernon y Pick, 1998).

Es la disposición efectiva y el manejo de los recursos materiales (dinero, bienes, valores) sean propios o ajenos. Ejerce violencia económica quien utiliza sus propios medios para controlar y someter a los demás, así como el que se apropia de los bienes de otra persona con esa finalidad. Ejemplos de esta violencia está el robo, el fraude, el daño en propiedad ajena y la destrucción de objetos que pertenecen a la víctima y que tienen en ocasiones un valor sentimental, en la violencia económica por omisión se presenta la privación de los medios para satisfacer las necesidades básicas, como alimentación, vestido, recreación, vivienda, educación y salud (Torres, 2001).

Violencia financiera significa apropiarse o destruir el patrimonio de la pareja; puede manifestarse en el control de los ingresos de la familia, apoderarse de los bienes e inmuebles propiedad de ambos o despojar de los mismos, así como utilizar, menoscabar, destruir o desaparecer los objetos personales de otro, definición presentada por Olamendi (s/f, citada por Berumen, 2003).

En este trabajo se utilizará la definición de Venguer y colaboradores, se considera que el planteamiento que hace detalla las diferentes manifestaciones que puede tomar la violencia económica.

PROPUESTAS
Se plantea que una vez reconocido el peso y los efectos de la violencia de pareja sobre las instituciones con personal femenino y también aquellas con personal solamente masculino o bien mixto, se emprendan diferentes estrategias. Estas intervenciones deberán estar dirigidas para ambos sexos, se sugiere ocupar en la medida de lo pertinente (lo coherente a un proyecto humano) los recursos y estructura de operación de la organización:

1. Boletines institucionales con publicación periódica

2. Cursos de sensibilización sobre mediación y conflictos en las relaciones familiares, insertos en un macroproyecto institucional de la calidad de vida. En su contenido es menester incluir la exposición y elaboración personal de los mitos, se propone considerar el trabajo desarrollado por Venguer, Fawcett, Vernon, y Pick (1998). Su trabajo representa una valiosa fuente en la que se exponen los mitos en contraste con sus realidades: la conducta violenta es innata en los hombres, la realidad muestra que la violencia es una conducta que se aprende a través de los mensajes sociales y familiares, se trata de una forma de resolver los conflictos. Es perfectamente normal que un esposo golpee a su mujer en ciertas circunstancias, la realidad indica que la violencia es una violación a los derechos humanos de las personas, en ninguna circunstancia se tiene derecho de abusar de otra persona, a pesar de las emociones de rabia que provocan los conflictos. Las mujeres que son o han sido golpeadas “se lo han buscado”, aunque la conducta de una mujer provoque enojo en su pareja, esto no justifica el que la maltrate.

La mayoría de las veces las mujeres que dicen ser víctimas de violencia tienen un desorden psiquiátrico, a este respecto es cierto que algunas mujeres sufren de desórdenes de esta índole, un diagnóstico psiquiátrico en la mayoría de los casos desacreditaría a la mujer que se atrevió a contar su historia de abuso, dar un diagnóstico de depresión u otra sicopatología puede ocultar las raíces socioculturales del problema, ocultando también que el desorden sea una consecuencia del maltrato.
El número de mujeres que maltratan a sus parejas hombres y el de las mujeres que maltratan a sus hijos e hijas es prácticamente igual que la cantidad de esposos, padres, padrastros y novios abusivos, si bien es cierto que hay mujeres que maltratan a su pareja, el número es menor que el de hombres que maltratan a su pareja, respecto de los hijos –apuntan estos investigadores- el dato no es preciso si se considera que las madres generalmente pasan más tiempo con su descendencia que los padres y que su abuso aparentemente no llega a ser severo.

Las hijas de madres maltratadas siempre buscarán una pareja que las maltrate, existen estudios que correlacionan haber presenciado violencia entre los padres durante la niñez, con ser víctima de violencia, esto podría explicar las razones por las que las mujeres permanecen en la relación violenta y no el que escojan parejas abusivas. La violencia es un problema privado entre dos adultos y no tiene por qué hacerse pública, las estadísticas muestran que es un problema extenso con altos costos sociales, cuando se habla de la violación a los derechos humanos de una víctima que quizá no sepa cómo escapar del problema y que además puede estar en peligro, el problema se vuelve responsabilidad de todos. Las mujeres están seguras en el hogar, corren más riesgo con extraños o fuera de casa, contrariamente a esto, de una familia entendida como refugio, apoyo y amor, las niñas y las mujeres corren más riesgo de violencia en sus propias casas y de parte de alguna persona que conocen. Generalmente los actos de violencia se dan de manera aislada, los estudios indican que una vez que se está en el ciclo de la violencia, ocurre más frecuentemente y con mayor gravedad.
La violencia es un mal de las mujeres marginadas, se han registrado estudios que muestran que la violencia se presenta en los diferentes estratos socioeconómicos y educativos.

Los hombres violentos sufren de enfermedades mentales, la mayoría de los hombres violentos no tiene trastorno mental alguno. El abuso sicológico/emocional no es tan dañino como el físico, las mujeres frecuentemente sienten que el abuso psicológico y la humillación son más devastadores que los ataques físicos. El alcohol y la droga hacen que los hombres golpeen a sus mujeres, aunque el
efecto desinhibidor del alcohol exacerba la violencia, no es el causante per se de la violencia contra la mujer. La mayoría de las mujeres maltratadas nunca deja a sus agresores, lo que ocurre en países en vías de desarrollo es que muchas mujeres cuentan con pocos recursos económicos y tienen varios hijos, por lo que les cuesta más tomar la decisión de dejar la relación, por otro lado, tienen la esperanza de que el hombre cambie. Las mujeres maltratadas que abandonan a su agresor después buscan a otra pareja que las maltrate, las mujeres que logran escaparse de tal relación frecuentemente evitan relaciones a futuro con el sexo opuesto.

El que la víctima abandone al agresor garantiza que la violencia llegue a su fin, se ha demostrado que la separación del agresor puede provocar más violencia y hasta la muerte de la mujer. A las mujeres maltratas les debe gustar el maltrato de lo contrario abandonarían a sus parejas, existen múltiples razones de índole emocional, social y económica por las que una mujer no abandona a su agresor. Además, los sentimientos de culpa y vergüenza frecuentemente le impiden pedir ayuda, lo que no significa que le guste la violencia.

3. Instructores calificados para la impartición de estos cursos que necesariamente deberán ser: psicólogos, cuyo perfil profesional ofrece una serie de ventajas sobre otros perfiles profesionales de las ciencias sociales, a saber: dominio de técnicas de encuentro interpersonal a nivel microsocial; conocimiento como especialista del manejo de las condiciones de crisis, inherentes al ciclo vital de toda familia; conocimiento de la dinámica de la subjetividad que se juega en lo más íntimo de los miembros de cada género; familiaridad y conocimiento sobre la influencia de la cultura de las prácticas sociales en las formas de relación intergenérica.

CONCLUSIÓN
Solo con la participación decidida de las diferentes instituciones que tienen un papel social importante en la divulgación de formas de relación democráticas, se pueden transformar las actitudes, conductas y valores que nos alejan de valores universales de indiscutible riqueza y avance social. Estas instituciones son: las empresas, las instituciones gubernamentales, las iglesias, las escuelas, los hospitales, cuya influencia al interior de la familia queda fuera de toda duda, en tanto que, representan instituciones con un gran poder simbólico, cultural y material, y que a través de ellos tienen la capacidad de divulgar esquemas igualitarios de valoración cultural y económica.

Persuadir con la razón que el deber ser humano está más allá de los papeles de diferenciación de género entre el hombre y la mujer es una deuda de la posmodernidad en términos de la política, como ciencia que estudia el ejercicio del poder en un tiempo histórico que pregona un discurso de igualdad. Un hombre no deja de ser hombre por dar cabida a la emotividad, al igual que una mujer
no deja de ser mujer al dar cabida a la autonomía. Ambos crecemos en la oportunidad de hacernos más fuertes y mejores al aprender sobre el ser del otro, sin estar encima o debajo de él o ella.

Como dijera García Márquez, la única ocasión que el ser humano tiene derecho de mirar a otro hacia abajo es cuando le ayuda a levantarse.

BIBLIOGRAFÍA
Aguilar, C . 1989. Después del milagro. México: Cal y Arena.
Berumen, P. 2003. Violencia intrafamiliar: un drama cotidiano. 1ª. Edición. México: Vila Editores.
Bourdieu, P. 2000. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.
Bourdieu, P. 2000b. Cosas dichas. 1a. edición 1987. España: Gedisa.
Bourdieu, P. 2002. Razones prácticas. 1ª. Edición 1994. Barcelona: Editorial Anagrama.
Echeburúa, E., y de Corral, P. 1998. Manual de violencia familiar. España: Siglo Veintiuno.
Elias, N. 2001. El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México: Fondo de Cultura Económica.
Giddens, A. 2000. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid: Catedra.
Heller, A. 1998. Sociología de la vida cotidiana. 5ª. Edición. Barcelona: Ediciones Península.
Jacobson, N., y Gottman, J. 2001. Hombres que agreden a sus mujeres. Cómo poner fin a las relaciones abusivas. México: Paidos.
Lagarde, M. 1997. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. 3ª. Edición. 1ª. Edición, 1990. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Organización Mundial de la Salud. 2002. Informe mundial sobre la violencia y la salud: resumen. Washington: Organización Panamericana de la Salud. Torres, M. 2001. La violencia en casa. México: Paidos.
Venguer, T., Fawcett, G., Vernon, R., y Pick, S. 1998. Violencia doméstica: un marco conceptual para la capacitación del personal de salud. México: Population Council.  
VIOLENCIA ORGANIZACIONAL, UN ESTUDIO DE CASO DE ACOSO SEXUAL


Delgadillo Guzmán, Leonor Gpe. y Mercado Maya, Aída
Universidad Autónoma del Estado de México
UAEM Facultad de Ciencias de la Conducta
Correo electrónico: delgadilloleonor@hotmail.com

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo mostrar la ruta de acción emprendida por una mujer receptora de violencia organizacional, específicamente violencia sexual, mejor conocida por su recurrencia como acoso sexual. El estudio está apoyado en la sociología fenomenológica desarrollada por Schütz, Berger y Luckmann. Se centra en la significación que sobre el fenómeno produce la participante de estudio. De tal modo que, se pueden rastrear las discontinuidades de sentido, en otras palabras, la ruptura o las rupturas posibles de la interpretación de la violencia organizacional que se ha vivenciado. Se parte de la hipótesis que el ser humano como sujeto reflexivo es capaz de significar la violencia con base en su conocimiento social y a sus significantes, bajo esta dinámica se posibilita la producción de sentidos distintos. Derivado de la hipótesis se cuenta con tres categorías conceptuales básicas: capacidad reflexiva, conocimiento social y significantes. La técnica de recopilación de la información fue la entrevista a profundidad, en la que se indagaron los siguientes aspectos de la vida de la participante: trayectoria laboral, eventos violentos en el ámbito laboral, trayectoria académica, estructura familiar, dinámica familiar y vida cotidiana actual. Los resultados en lo general mostraron que la mujer como género y en este caso siendo receptora no necesariamente cuenta con el conocimiento social suficiente para identificar desde un inicio que vive acoso sexual. En un segundo momento, se produce un proceso de descubrimiento a través de los actos del otro, de la revisión constante de las situaciones de acoso, como eventos atípicos en las relaciones de trabajo, intersubjetividad. En un tercer momento se toma la iniciativa de llevar a cabo ciertas líneas de acción para Primera Reunión de las Américas en Cuernavaca, Morelos Investigación sobre Factores Psicosociales, 12 al 14 de Octubre de 2006 Estrés y Salud Mental en el Trabajo afrontar la violencia, y en un cuarto momento se está sujeto a los procesos de las instituciones convocadas para participar en el desahogo de su caso.
Los resultados encontrados revelaron también la contradicción existente entre el discurso y la actuación de las instituciones responsables de sanear este tipo de violencia. Se advierte el peso de ordenamientos sociales tradicionales como el género y la jerarquía. Así como las ventajas derivadas de las relaciones sociales que el emisor de la violencia pueda tener para mantener impunes sus actos.

Palabras claves: género, significado, significantes, conocimiento social, capacidad reflexiva


Abstract

The objective of this paper is to show the route of action followed by a woman victim of organizational violence, more specifically sexual violence better known for its constant frequency as harassment. This study has its support on the phenomenological sociology developed by Schütz, Berger and Luckmann. It is centered in the signification that the participant produces about the phenomenon. Thus, discontinuance of sense can be tracked down, in other words, the possible break or breaks of the interpretation of the lived organizational violence. We set out from the hypothesis that the human being as a reflective subject is capable of meaning to the violence based on his social knowledge and his significants, under this dynamics is possible the production of different senses. Derived from the hypothesis we count with three basic conceptual categories: reflective capacity, social knowledge and significants. The technique used for the collection of the data was the in-depth interview in which the following aspects of the participant’s life were investigated: labor path, violent events inside the labor field, academic path, family structure, family dynamics and everyday life. Results in general show that women as a gender and in this case as the receiver of violence do not necessarily count with enough social knowledge to identify from the start that they are living sexual harassment. At another moment a process of discovery is produced through the acts of the other, through the constant revision of the Primera Reunión de las Américas en Cuernavaca, Morelos Investigación sobre Factores Psicosociales, 12 al 14 de Octubre de 2006 Estrés y Salud Mental en el Trabajo harassment situations as atypical events of the work relationships, intersubjectivity. At a third moment an initiative to follow certain lines of action to face the violence is taken, and at a fourth moment the person is held down by the procedures of the institutions summoned to participate in resolving the case.
The results also reveal the existing contradiction between the speech and the acting of the institutions responsible for healing this type of violence. We become aware of the weight of the traditional social orders as gender and hierarchy and also of the advantages derived from the social relationships that the issuer of violence may have to maintain his actions unpunished.
Key words: Gender, meaning, significants, social knowledge, reflective capacity

23.9.08

Violencia organizacional
Los valores como receptores de ella

Leonor Guadalupe Delgadillo Guzmán
Aída Mercado Maya
Universidad Autónoma del Estado de México
Facultad de Ciencias de la Conducta

Resumen
El presente estudio, es un reporte de investigación sobre la violencia organizacional recibida por varones dentro de instituciones de trabajo. Tuvo como objetivo identificar las líneas de acción que tomaban frente a ella. El modelo teórico utilizado fue la sociología fenomenológica apoyada por la perspectiva de género. Se trabajo con un total de seis varones como practicantes, cantidad indicada para los estudios de esta naturaleza (Morse, 1994). La técnica de indagación fue la entrevista a profundidad. Las categorías de análisis fueron el conocimiento social y el sentido de la violencia recibida. El análisis de los resultados fue deductiva, ya que se busco aplicar los elementos centrales de la teoría al fenómeno (Ruiz,1996). Los resultados arrojaron que una ves que logran identificar la violencia de la que son objetos, producen dos tipos de reacción básica psicológica en el receptor, una vez que advierte una situación conflictiva, por un lado el esfuerzo por resolver la situación y por otro lado la exigencia social de desempeñarse adecuadamente en el trabajo que le corresponde, lo cual representa un fuerte presión psicológica, que produce perturbaciones de este mismo orden. El tipo de violencia que presentó mayor recurrencia fue la psicológica, seguida de la sexual, la económica y la física.
DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR, DONDE FALTA COMPROMISO, FALTA MADUREZ
Leonor Guadalupe Delgadillo Guzmán,
Aida Mercado Maya,
Aristeo Santos López,
Profesores-investigadores de Tiempo Completo, Nivel Superior, UAEM

Mucho se ha hablado del amor a primera vista, de la química entre una pareja o, simplemente, del tan añorado amor romántico. La relación de pareja es una experiencia en la vida de la mayoría de los seres humanos. La identificación amorosa con el otro va más allá de la amistad, a través de una mayor integración e intimidad. La búsqueda de comprensión, compañía y contacto físico amoroso es una constante en casi toda la gente; es por esta, casi univer-salidad, que resulta pertinente, desde la psicología, presentar un abordaje del significado de pareja y del proceso del enamo-ramiento al amor.
Una pregunta para comenzar sería: ¿qué es la pareja? Ésta se puede describir como la unión de dos personas para formar una relación amorosa, esto es lo común, lo conocido, sin embargo, ha sido definida de diferentes formas por diversos autores.
Por ejemplo, Corbella (1994) define a la pareja como aquella unión afectiva entre dos personas que se han comprometido mutua-mente a mantener su relación.
Sánchez Aragón (1995, citado por Cañetas, 2000) señala que es una entidad compuesta por dos personas de distinto sexo, unidas por un compromiso emocional (más legal o religioso), cuyo propósito es constituir una institución social (familia), basada en normas culturales específicas.
Corpas (2002) refiere que la pareja es caminar juntos por la vida. Es encontrar apoyo en alguien para quien también se es apoyo.
Es sentirse valorado.
Es compartir ilusiones y temores, gustos e intereses, sueños y fracasos, alegrías y sinsabores.
Es tener con quien comunicarse para hablar de todo y nada, callar y escuchar.
Es confiar en alguien en quien se cree y se espera.
Es disfrutar la ternura y expresar en la unión de los cuerpos, la unión de los corazones.
Es mirarse el uno al otro a los ojos y mirar juntos en la misma dirección.
Es la emoción de amar y ser amado.
Es descubrir la felicidad.
Es encontrar risas y sonrisas, palabras de agradecimiento y de estímulo, ternura y generosidad, detalles que mantienen vivas las ilusiones, miradas cómplices y episodios divertidos a pesar de las caras largas, los silencios agresivos, la apatía, el egoísmo, las miradas despectivas, las frustraciones y la rutina que se cuelan peligrosamente en la vida cotidiana.
Se puede decir que se trata de una relación interdependiente entre dos personas que conjuga el amor erótico; es una unión que satisface las necesidades emocionales, como intimidad, compañía, protección; de índole social, como el formar una familia, y físicas, como la sexualidad y la reproducción.
Desde los primeros días de vida el ser humano necesita de otro; para el hombre no es bueno estar solo. Esta necesidad se plantea a nivel físico, emocional e intelectual. El sentimiento ilusorio de que no es bueno estar solo es un mal síntoma.
En la definición de amor se encuentran varios aspectos impor-tantes como:
El amor como una necesidad de presencia física y de apoyo emocional del ser amado.
El amor como un sentimiento de procuración y responsabilidad por el ser amado.
El amor como el deseo de un contacto cercano y confidencial, compartiendo ciertos pensamientos y sentimientos con el ser humano amado, de un modo más completo que con cualquier otra persona.
Amor como “la preocupación activa por la vida y el crecimiento de aquello que amamos, como arte que requiere conocimiento y esfuerzo”, concepción de Erich Fromm. (1995)
Es necesario diferenciar el amor de la compañía. La compañía se refiere al afecto que se experimenta con aquéllos con quienes nuestra vida está profundamente entrelazada, como por ejemplo amigos íntimos o,a su vez, la pareja. A diferencia de esto, el amor romántico y pasional se refiere a un estado de intensa abstracción con el otro, lo que incluye un estado de intensa excitación fisiológica.
El estar enamorado estaría relacionado con el deseo de mantener intimidad con el objeto amado. Una persona que es capaz de dar y recibir amor con un mínimo de miedo, ansiedad y de conflicto posee la capacidad para desarrollar relaciones íntimas genuinas con otra persona. La intimidad es lo que caracteriza al amor maduro. En este tipo de relación amorosa el sexo funciona como un catalizador.
May (2000) describe los valores del amor sexual como una expansión de la propia auto conciencia, la experiencia de ternura, un incremento de la autoafirmación y del orgullo y, a veces incluso, la sensación de fusión total. Dentro de este marco el amor y el sexo se refuerzan mutuamente.
La pareja es constitutiva de todo ser humano, en ella ambos miembros buscan satisfacer sus necesidades biológicas, emocionales y existenciales. Esta unión se encuentra condicionada por una serie de factores y realidades, entre las que destacan la personalidad externa de los cónyuges, la dependencia, la identidad corporal, la genitalidad y, sobre todo, el amor en la pareja. (López, 1983, citado por Cañelas, 2000)
Con respecto al enamoramiento Bucay y Salinas (2001) expresan que se trata de un encuentro pasional, desbordante, incontenible e irracional. Las emociones invaden, se apoderan de la persona y por un tiempono se puede pensar en otra cosa que no sea la persona de quién se está enamorado y en la alegría de que esto esté ocurriendo. Cuando la gente se enamora no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla, donde el enamorado proyecta los aspectos que ha idealizado de la pareja.
El enamoramiento es más bien una relación en la cual la otra persona no es reconocida como verdaderamente otra, sino, más bien, sentida e interpretada como si fuera el doble de uno mismo y eventualmente dotada de rasgos quecorresponden a laimagen idealizada de lo que se quisiera ser. (Op. Cit.)
Como se puede observar el enamoramiento es la antesala del amor. Corbella (1994) define al enamoramiento como una respuesta emocional que reúne, en una emoción definible como única, un conjunto de respuestas personales, que van desde la necesidad de proximidad, deseo y pasión, hasta la estima y la voluntad de bienestar de la persona amada.
El enamoramiento puede asemejarse a un estallido, una rebelión; un estado en el cual la persona está en condiciones de vivir en la piel sensaciones no explicables, al margen de la locura, que supone sentirse atraído por otra persona. La raíz del enamoramiento debe buscarse en la atracción por el otro, atracción que se manifiesta en deseo de contacto físico, donde no hay caricias, no hay amor.
En este orden de ideas se puede establecer que la persona enamorada, al parecer se deslumbra ante la presencia del otro, pues le demuestra la imagen idealizada que se tiene con respecto al amor y a la vida en pareja. Este sentimiento es tan fuerte que ciega a quien lo vive y pareciera que lo atrapa cada vez más.
Todos los seres humanos se encuentran predispuestos, en mayor o menor grado, al enamoramiento. Una persona enamorada evita limitarse en su amor, no hay razón ni impedimento alguno capaz de anular el impulso. El enamoramiento es, por tanto, pasión y necesidad, una cuestión confusa que conduce a la atracción apasionada, situación de fatalidad.
Corbella (1994), al respecto plantea que una atracción apasionada es intensa, pero efímera, a diferencia del enamoramiento que nunca es efímero, incluso, sí se vivencia varias veces, pues una persona enamorada nunca creerá que su experiencia sea inagotable.
En cuanto al amor, éste es considerado una condición humana amplísima, de infinitas dimensiones. Señala que hay un amor específico, propio de la relación de pareja, pero que al intentar definirlo sólo se le limita; el hombre no entiende al amor, sólo cree en él y lo siente.
Corpas (2001) señala que el amor es una fuerza que lleva hacia el ser amado, que impulsa hacia la pareja; es aquella experiencia que trasforma, libera, despierta lo mejor de los individuos y los hace crecer como personas.
En una relación de pareja, el amor se constituye como la voluntaria adaptación a un ser variable y valioso de otro ser variable y valioso. (Rodríguez, 1992)
Es actitud y acción más que pasividad y recepción. No es mera pasión, porque la pasión tiene más de pasividad que de actividad. (Fromm, 1995)
Todo amor genuino quiere escribir su propia historia, porque es espíritu, no en sentido inmaterial, sino en sentido original, poder creativo, sutil y transformante. (Mercado, 2000)
Frankl (1991) con respecto al amor dice lo siguiente:
Es experimentar a la otra persona en toda su unicidad y singularidad.
El amor hace que se comprenda a la otra persona en toda su esencia, como el ser único y distinto que es. Comoser humano la persona amada se hace indispensable e irremplazable, aunque no exista una razón lógica para ello.
El amor no es algo que se deba merecer, es inmerecido. Es también un hechizo que se refleja sobre el mundo y sobre los valores del hombre.
El amor es más amor cuando se incluye todo lo que se es, todo lo que es humano. Se relaciona con todas las dimensiones humanas: gozo, frustración, coraje, desaliento, amargura y, así, con toda la humanidad. El ser humano está hecho para responder a sí mismo y a la vida en sus relaciones con sus iguales (pareja) y a Dios.
Se puede decir que el amor es una experiencia propiamente humana, se caracteriza por una serie de emociones que propician el encuentro con otra persona, fundamentándose en un compromiso personal con uno mismo y con lapareja.
Pero ¿cuándo se pasa del enamoramiento al amor? Bucay y Salinas (2001) señalan que el enamoramiento es como despertar de un sueño. Aparecerá poco a poco una persona asombro-samente diferente de aquélla a la que se creía estar unido. Es aquí donde se descubren las diferencias y se desemboca en la confrontación. Hay que buscar las diferencias e intentar unirse a través de ellas, no como antes, que sólo unían las semejanzas.
En este sentido, se puede observar que tras el enamoramiento puede aflorar un sentimiento de plenitud y goce o, por el contrario, aparecer un sentimiento de resignación, lo que podría llevar al fin de la relación amorosa.
El amor de pareja sigue, en sus inicios, el proceso de enamora-miento. El cambio del enamoramiento al amor no debería suponer recorte a la capacidad de vivir intensamente la realidad afectiva, pero lo cierto es que el tiempo, las dificultades de la convivencia y la distinta evaluación de cada individuo, hacen aparecer un cúmulo de dificultades que conducen a considerar válida la expresión, el enamoramiento es un estado transitorio. (Corbella, 1994)
Por esto, el primer reto de quien pretenda la vivencia de un sentimiento amoroso es buscar su propia realidad y ser fiel a ella. Corbella (1994) refiere que en el aprendizaje del amor, la primera asignatura consiste en afrontar el reto de ser. Quien no se ame a sí mismo no podrá amar a otro. Quien no se acepte a sí mismo, difícilmente, aceptará al otro. Quien no goce la vida no encontrará sentido al compartirla.
Clamor maduro considera el punto de vista de la otra persona, no se queda en el egocentrismo infantil, rompe con el monólogo y la pareja es capaz de entablar el diálogo del amor incondicional.
El amor lleva al ser humano a pensar en el otro antes de en sí mismo, a complacer al otro, a tomar seriamente las ideas y los sentimientos del otro. En otras palabras, establece un movimiento circulatorio de dar y recibir, en esto consiste la sana comunicación humana. (Mercado, 2000)
Lo que distingue al amor verdadero es la capacidad de la pareja para establecer entre ellos un verdadero intercambio humano y no sólo dos monólogos. Lo anterior consiste en dar el mismo valor a los gustos, deseos y modos del otro como si se tratara de uno mismo.
Aaron Beck (1993) insiste en que es necesario corregir esquemas autodestructivos y hábitos contraproducentes que suelen tener las parejas, para ello habla de tres aspectos fundamentales:
Luchar por lograr cimientos de confianza, respeto, lealtad y seguridad.
Cultivar el aspecto afectuoso y tierno de la relación: sensibilidad, consideración, comprensión, expresión y demostración de cariño.
Afianzar el compañerismo, el sentido de colaboración, de responsabilidad y compromiso.
Nada es más rico que una persona, nada es más apasionante que una vida. El amor supone la posibilidad de compartir ambas realidades y para ello se debe ser uno mismo; quien no es, no puede amar, porque no podría conocer al otro.
Es así como todas las parejas van creando su propio mundo, van realizando su propio proyecto, éste necesita cuidado y atención, pues el amor hay que conquistarlo, descubrirlo y mantenerlo todos los días. Porque en cuestiones de amor y pareja no hay fórmulas ni recetas, ya que el amor lo construye y consolida cada pareja.
La pareja ideal se construye día a día alimentándose en los lazos de la comunicación, el respeto mutuo y un proyecto común, aceptando que los conflictos son una pieza más de toda relación humana.
González (2000) señala que el hombre necesita del otro para salir de sí mismo, sólo a través del otro se crece, se refleja, se encuentra y se reconoce. La vida tiene sentido y propósito cuando hay alguien que aguarda al final del día, que aprecia lo que se hace, reconoce la valía y se beneficia de la existencia del otro.
El vínculo amoroso es fuente de crecimiento, contiene dentro de sí un aprendizaje: el sentido del ser en la pareja parte del sentido que cada uno de los miembros tenga como persona; no se puede alcanzar una meta plena de sentido, con ayuda de medios contrarios a éste. La vida en pareja debe ser una experiencia plena y significativa; en pocas palabras, una caricia al alma.
Bibliografía
Beck, A. (1993). Con el amor no basta, Paidós, México.
Bucay, J. Salinas, S. (2001). Amarse con los ojos abiertos, Océano, México.
Cañetas, E. M. (2000). Desarrollo y validación de un instrumento de satisfacción marital. México, UNAM.
Corbella, J. (1994). Descubrir la psicología, enamoramiento y amor. Tomo VI,Folio, México.
Corpas, I. (2000). Planeación estratégica para parejas.México, Norma.
Mercado, A. (2000). Amor, poder y violencia en la relación de pareja. Compiladoras Delgadillo, L. y Gurrola, M. Entre la violencia y el amor,reflexiones desde la psicología. México, Cap. I. UAEM.
FrankL, V. (1991). El hombre en busca de sentido. España, Herder.
May, R. (2000). Amor y voluntad. España, Gedisa.
Fromm, E. (1995). El arte de amar. México, Paidós.
Rodríguez, M. (1992). La creatividad en la pareja. México, Trillas.

PANORÁMICA DE LA VIOLENCIA ORGANIZACIONAL
Leonor Gpe. Delgadillo Guzmán.
Aida Mercado Maya
Sergio Luis García Iturriaga
Vania Vivas Vargas
RESUMEN
El presente trabajo tuvo como objetivo presentar un panorama sobre la violencia organizacional, mostrando las estadísticas a nivel mundial de los últimos años, la legislación existente para contrarrestarla y los diferentes conceptos que se han propuesto para nombrarla. Cada uno de estos tres elementos plantean la complejidad del problema, que asoma la violencia estructural y cultural que favorece el que se produzca la violencia al interior de las organizaciones. Se propone que para disminuirla desde las áreas de Recursos Humanos se dé la formación e información necesarios al respecto a los todos y cada uno de los colaboradores independientemente de su nivel jerárquico, de su antigüedad, o de su pertenencia sindical, desde el ingreso, durante su permanencia laboral y hasta la salida del empleado.
PALABRAS CLAVES
Violencia organizacional, violencia simbólica,
INTRODUCCIÓN
¿Por qué es un problema la violencia organizacional? Básicamente dos elementos muestran de manera contundente el porque habría que sen entendido este fenómeno como un problema, en primer lugar porque altera la condición de salud del receptor del acto violento, con lo que se ve comprometido su estado general de bienestar y desarrollo sicosocial, en segundo lugar porque se trasgrede el derecho jurídico de contar con un lugar digno de trabajo.
La violencia organizacional presenta una serie de dificultades al momento de su abordaje, una de estas dificultades se encuentran en la falta de datos precisos que den cuenta de su amplitud y de su manifestación, los registros con los que se cuentan son en el mejor de los casos una mera aproximación al fenómeno.
Una segunda dificultad es la aplicación del marco jurídico existente, a pesar de que se han logrado avances importantes, hacer frente al problema de la violencia organizacional demanda mecanismos operativos claros, concretos y sistemáticos para enfrentarla, lo cual puede lograrse a través del análisis del contexto laboral que revela como el actual sistema económico produce lo que Galtung (1998) llama violencia estructural y violencia cultural, de tomar en cuenta estos aspectos se ganará en toma de conciencia sobre las implicaciones de la violencia organizacional en el marco de la institución de la que se hable.
Una tercer dificultad que hay que encarar es la falta de consenso en la academia para poder definirla, pudiese pensarse que una manera de resolver esto es a partir de la consideración de los actores involucrados, del contenido de su acción y de las implicaciones del mismo, en el presente trabajo se hace un propuesta para su definición, con el ánimo de que sea considerada al menos como un punto de partida y tras haber discutido las definiciones de varios estudiosos al respecto.
La estructura del trabajo es la siguiente, en un primer apartado se analizan las estadísticas sobre la violencia organizacional, enseguida se abre una discusión sobre su legislación, a continuación se analizan las propuestas para definir la violencia organizacional y se cierra el trabajo con algunas conclusiones.
1. Estadísticas sobre la violencia organizacional Desde 1989 la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, con sede en Dublín, ha realizado a nivel mundial una encuesta denominada International Crime Victime Survey (ICVS por sus siglas en inglés) o encuesta internacional de crimen (víctima). Esta encuesta explora la incidencia de distintos crímenes como resultado de la actividad laboral, los crímenes se dividen en 3 grupos:
1) daño a propiedad (robo de vehículos o vandalismo a los vehículos)
2)Robo en domicilio y
3) victimización experimentada por el sujeto (robo, asalto, amenazas y acoso sexual).
Las estadísticas que interesan de esta encuesta son las amenazas y acoso sexual que se reporta dentro del lugar de trabajo. Los datos que se recopilan de acoso sexual son únicamente de mujeres. En la actualidad se encuentran disponibles datos de las encuestas realizadas en 1989, 1992, 1996, 2000.
De la encuesta del 2000 en general se puede decir que hay mayor incidencia de agresiones y amenazas en el lugar de trabajo, que de incidentes sexuales, 3.6% de las mujeres encuestadas reportan incidentes sexuales en el lugar de trabajo y 5.9% de los encuestados fue víctima de agresiones y amenazas en el año previo a la encuesta (a nivel mundial). Esta tendencia es aplicable a la mayoría de los países excepto en los casos de Finlandia, Japón y Países Bajos, casos en los que las estadísticas de abuso sexual son mayores a las de agresiones y amenazas.
Porcentajes alarmantes de víctimas de agresiones y amenazas se presentan en Australia, Escocia e Inglaterra, países cuyos índices al respecto están por arriba del 10% (11.2, 10.3 y 12.4 respectivamente) En un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1998) basado en los datos de la encuesta ICVS de 1996 se menciona que en los Estados Unidos alrededor de mil personas son muertas cada año en entornos laborales.
Los datos aquí vertidos, apuntan dos cosas relevantes, la primera de ellas es la dimensión del problema, a pesar de que se trata de estadísticas y que como herramientas sólo nos aproxima a una parte del fenómeno, lo cierto es que sucede a nivel mundial y resta salud a quien la padece, debilita su condición de bienestar y trasgrede su derecho a una condición laboral digna de trabajo. La segunda cosa que se advierte es el aumento de casos registrados conforme transcurre el tiempo, es decir, su incidencia aumenta, un hecho que obliga al análisis de la actual dinámica laboral en cuya coyuntura se encuentra la globalización.
Petrella (1997) en relación al mundo global señala que, es el resultado de una profunda reorganización de la economía y de la sociedad, reorganización que permea al “primer mundo” (los países capitalistas desarrollados de Occidente), el “segundo mundo” (las economías comunistas bajo comando estatal) y el “tercer mundo” (los países subdesarrollados y pobres de América Latina, Africa y Asia)(1). Las firmas apoyándose en la globalización han establecido una estrategia de alianza que les permite mantenerse en posiciones de venta-consumo privilegiadas, beneficiándose en: reducción de costos; acceso a tecnología complementaria, capturando el conocimiento y la tecnología del socio; reducción del ciclo de vida del producto; compartir costos en el desarrollo de productos; penetrar mejor en mercados extranjeros; llegar a gente más calificada y más barata; y por último la manipulación de las leyes laboral: hay una tendencia a la
eliminación de protecciones a los trabajadores, llegando al extremo de contratar y despedir libremente, estrategia que revela una violencia estructural simbólica (Petrella, 1997).
La manipulación de las leyes laborales ha producido inestabilidad laboral.
Por su parte la reducción de los salarios a su vez han producido una inmersión masiva del género femenino al ámbito laboral. Ambas condiciones apuntan serias contradicciones en el sistema laboral, el discurso político apela por fuentes dignas de trabajos, así como la necesidad de aumentar el número de empleos, sin embargo, la realidad muestra que no todas las fuentes de trabajo son dignas, ni tampoco se ha producido un número suficiente de empleos como para contrarrestar el problema del desempleo(2).

Además la inmersión de la mujer al ámbito laboral también ha producido otros problemas, ausencia prolongada de la mujer de sus hogares, competencia desleal en el trabajo entre géneros, que a su vez ha favorecido una manipulación de los incrementos salariales, porque existe más mano de obra de la cual el patrón puede echar mano pagando menos, así como, problemas de hostigamiento y explotación sexual(3).
En suma se observa un contexto laboral contradictorio, promesas políticas de empleo que resultan insolventes porque el Estado está rebasado frente a las condiciones de demanda de trabajo de la fuerza productiva de cara a las condiciones de ventaja de los inversionistas (Spyropoulos, 2001). Espacios de trabajo que están lejos de ser estables. Esta situación muestra una condición de violencia estructural porque se tiene una estructura social que en sí misma es represiva, explotadora, o alienadora; demasiado dura o demasiado laxa para el bienestar de la gente” (Galtung, 1998:15). Violencia a la que se suma la violencia cultural, conjunto de mitos(4), de gloria y trauma, es decir, construcciones sociales que sostienen una serie de creencias.
2. Legislación
En términos legislativos se observan avances a nivel mundial, sin embargo éstos son insuficientes, a la luz de las estadística arriba expuestas, que apuntan hacia condiciones desfavorables de trabajo: salarios bajos que no se corresponden a las necesidades básicas de una familia; pobres o nulas prestaciones; en algunos casos sin asistencia social que permita al empleado el acceso a la atención médica; jornadas exhaustivas de trabajo; condiciones de trabajo inadecuadas, entre otras.
Y que decir de los prejuicios, de las creencias que se comparten al interior de una organización con respecto a las características personales como(5): el color de la piel, la pertenencia a un grupo étnico, el apego a los cánones de belleza, la religión, la clase social, la composición familiar, la escolaridad, el sexo, la edad, entre otros.
Lo anterior parece indicar que los empleos con menor reconocimiento social, con menor capital simbólico dentro del espacio social global(6) están directamente asociados con la violencia estructural y cultural. Entre los empleos que se pudieran nombrar se encuentran los técnicos, cuadros medios administrativos, empleados de comercio, empleados de oficina, obreros, asalariados agrícolas, artesanos, mientras que aquellos que trabajan como empresarios, políticos y maestros de educación superior serían los empleos con mayor reconocimiento social y por lo tanto con mayor capital social (Bourdieu, 2002a:31).
En términos jurídicos, la violencia organizacional ilustra un fenómeno que trasgrede los derechos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas(7). México está adherido a esta declaración y a los acuerdos derivados de ella, mostrándose más como receptor de estas leyes que como promotor de ellas, viéndose condicionado a firmarlos porque su constitución política contempla la obligación de cumplir con esos compromisos (López Suárez Norma, 1999)(8).
La constitución española en el artículo 15 establece el derecho a la integridad moral, como garantía de indemnidad, el derecho del individuo a no ser puesto en situación de riesgo o peligro por nadie, ni particular ni autoridad, ni individuo ni grupo, el derecho a su equilibrio y autoidentificación biopsicosocial.
España también sustenta la Ley de prevención de riesgos laborales y la tipificación del delito de trato degradante en el Código Penal, desde 1995 (Blanco, 2003).
La legislación escandinava reconoce el derecho de sus trabajadores a mantenerse física y mentalmente sanos en su trabajo (Suecia, Finlandia y Noruega). El comité sueco de seguridad y salud Laboral tiene tres normas en orden a plasmar tal principio, una de las cuales está especialmente diseñada contra el mobbing. Una de estas normas obliga al empleador al control interno de las condiciones de trabajo de un modo regular, con el fin de tomar medidas es estadios tempranos. Otra norma obliga a intervenciones directas cuando el mobbing ocurre. La tercera norma define la responsabilidad del empleador en la rehabilitación profesional siempre que un empleado haya presentado ausencia con cierta recurrencia durante un año o durante un mes seguido (Leymann, 1996). Estas normas son de 1992, 1993 y 1994 respectivamente.
El proyecto de senado 2901 de Puerto Rico establece que el acoso psicológico y moral contamina el entorno laboral y puede tener consecuencias devastadoras en la salud, la confianza, la moral y el rendimiento de las personas que lo padecen. Se utilizó la Ley 17 de Hostigamiento Sexual como modelo para la legislación que sancionará el acoso psicológico con indemnizaciones.
En México existen leyes respecto al hostigamiento sexual en materia laboral. El artículo 259-Bis del código penal dice: Al que con fines lascivos asedie reiteradamente a persona de cualquier sexo, valiéndose de su posición jerárquica derivada de sus relaciones laborales, docentes, domésticas o cualquiera otra que implique subordinación, se le impondrá sanción hasta de cuarenta días de multa. Si el hostigador fuese servidor público y utilizase los medios o circunstancias que el cargo le proporcione, se le destituirá de su cargo. Solamente será punible el
hostigamiento sexual cuando se cause un perjuicio o daño.
Sólo se procederá contra el hostigador a petición de la parte ofendida.
Artículo 51 de la Ley federal del Trabajo
Establece causales de rescisión de la relación de trabajo, sin responsabilidad para el trabajador. A saber:
II. Incurrir el patrón, sus familiares o su personal directivo o administrativo, dentro del servicio, en faltas de probidad u honradez […], en contra del trabajador, cónyuge, padre, hijos o hermanos; III. Incurrir el patrón, sus familiares o trabajadores fuera del servicio, en los actos a que se refiere la fracción anterior, si son de tal manera graves que hagan imposible el cumplimiento de la relación de trabajo; IX. Las análogas a las establecidas en las fracciones anteriores, de igual manera graves y de consecuencias semejantes, en lo que al trabajo se refiere.
El artículo 132 de la Ley Federal del Trabajo, previene lo que es obligación del patrón: “VI. Guardar a los trabajadores la debida consideración, absteniéndose de todo maltrato de palabra o de obra” (Cooper, 2001:15-16).
En síntesis se advierten mecanismos legislativos que representan una mayor protección y respeto a la dignidad humana de la víctima en el ámbito organizacional, en realidad son propuestas que muestran su preocupación por salvaguardar al empleado, sin embargo para poder ajustarse a la realidad es necesario realizar esfuerzos encaminados a movilizar las condiciones estructurales de trabajo y las construcciones culturales sedimentadas en el conocimiento social de los individuos, para lo cual no solo el mismo estado pudiese ser el gestor, también desde el interior de las mismas organizaciones se pueden crear mecanismos de formación e información para los recursos humanos que abarque desde el proceso de selección hasta el proceso de salida, cubriendo el periodo de permanencia del colaborador, de tal manera que sea en el ambiente de trabajo de manera directa y cotidiana desde donde se puedan movilizar en apego a derecho creencias y prácticas violentas de trabajo.
3. Nominación de la violencia organizacional
La nominación del problema de la violencia organizacional ha traído como consecuencia una serie de dificultades para poder contrarrestarla a través de estrategias similares en los países donde se han reportado casos al respecto.
Así, se tiene que términos como mobbing (Blanco, 2003, s/p; Leymann, 1996, s/p; OIT, 1008, s/p), sicoterror (Leymann, 1996, s/p) o terrorismo laboral (Guevara, 2005, s/p), acoso moral (Guevara, 20005, s/p; Scialpi, 2001, s/p), violencia psicológica (Guevara, 2005, s/p; OIT, 1998, s/p), acoso en el trabajo (Hirigoyen, 1999), representan el conjunto de conceptos utilizados para aludir a la violencia organizacional.
Como se puede observar, se utilizan términos que provienen de una lengua distinta, como es el caso de mobbing, corriendo el riesgo de interpretarlo de una manera equívoca.
En primer lugar encontramos que la palabra mobbing proviene de la palabra inglesa mob. Dicho término tiene distintos significados como verbo o como adjetivo. A continuación se presenta un análisis detallado de sus distintos sentidos y traducciones.
De sus significados en inglés, tenemos en primer lugar que en Australia se utiliza la palabra mob para referirse a un grupo numeroso de animales que de manera coordinada atacan a otro; este significado podemos vincularlo con la primera vez que se utilizó el término mobbing en una disciplina científica. De acuerdo con la investigación histórica presentada por Leymann (1996) el término mobbing está tomado de la etología, pues en esta disciplina se uso por primera vez para referirse al ataque de un grupo de animales pequeños gregarios acosando a un animal solitario mayor.
Otos significados en inglés hacen referencia a un grupo de personas o a una multitud que es peligrosa o difícil de controlar. También se ha utilizado la palabra mob en forma despectiva, es un termino antiguo insultante que se utilizaba para referirse a personas de clases sociales bajas. Su traducción al español sería por ejemplo, plebe, vulgo, populacho (MacMillan, 2002; Simon and Schuster, 1994). Otra significación que se encontró es para hablar de un grupo organizado de criminales, especialmente en el inglés se utiliza para hablar de la Mafia. Como última definición encontrada de la palabra mob y que nos acerca más a su uso dentro de la violencia organizacional, es la que se refiere a un grupo numeroso de personas que asedian a algo o alguien; lo rodean de manera exaltada o molesta.
Como traducción del término al idioma español se entiende como ser asediado, atacar o atropellar. Se trata de una palabra que proviene de una raíz anglosajona que es definida de distinta manera, por ejemplo: “proceso de atormentar, hostigar o aterrorizar psicológicamente a otros en el trabajo” (Leymann, 1996, s/p) “Tipo de violencia grupal psicosocial… Es una violencia grupal que se pone en marcha por personas que tienen una firme voluntad de destruir, contra personas que…acaban más o menos destruidas” (Blanco, 2003, s/p) “agrupa una diversidad de comportamientos que tienen entre ellos un fondo común: la modalidad agresiva y vejatoria tendiente a la eliminación de un trabajador de la empresa.
De acuerdo con Scialpi (2001, s/p) es una suerte de “terror psicológico ejercido en el lugar de trabajo”. En este planteamiento se puede advertir que se dejan de lado las otras formas de violencia organizacional: la violencia física, la violencia económica y la violencia sexual, en aras de privilegiar a la violencia sicológica como la expresión hegemónica de la violencia organizacional, situación que resulta insostenible a la luz de los hallazgos que se reportan en estudios realizados sobre violencia microsocial (Bonino, 1995; Corsi, 1995; Azaola, 1996; Barbieri, 2005; entre otros).
El término acoso moral propuesto por Hirigoyen (1999) comprende la violencia sicológica, igualmente que en el caso de Guevara (2005, s/p), el riesgo de tomar como base esta definición es el mismo que el señalado en la propuesta de Leymann, las otras formas de violencia organizacional quedan o bien descartadas o en su defecto subordinadas, en el mejor de los casos, a la violencia sicológica, lo cual no necesariamente es así.
Mientras que, el término de acoso en el trabajo utilizado por Guevara (2005) y también por Hirigoyen (1999), supone una definición más amplia, en tanto que deja de especificar los tipos de violencia, aludiendo al uso excesivo del poder, en otras palabras, al abuso de poder. Esta propuesta en comparación con los otros términos posibilita un manejo analítico de la violencia más amplio, porque potencialmente puede remitir al ejercicio del poder en términos estructurales y culturales asociados al individuo, tal y como lo señala Galtung (1998) con su modelo triangular de la violencia.
Lo expuesto hasta aquí sobre el uso de diferentes conceptos sobre violencia organizacional, revela por un lado que, no se respeta la significación original y por otro lado, se hacen propuestas conceptuales contrastantes entre los autores que lo utilizan. Esto último quizá pueda explicarse a partir de este afán protagónico que se juega en el ámbito académico, de buscar nombrar de manera diferente un fenómeno de interés actual, se importan términos de otros idiomas para presentarlos como neologismos.
Además habrá que considerar que otro de los elementos que contribuyen a una falta de consenso sobre el estudio de la violencia en el trabajo, es el uso de marcos teóricos diferentes, es de esperarse a partir de este hecho que los aspectos destacados en el análisis del fenómeno difieren de acuerdo a la postura teórica asumida, a lo que habrá también que agregar el riesgo de posibles
distorsiones conceptuales por un pobre manejo del modelo o bien por una mala interpretación del mismo.
Finalmente, se advierte en términos generales que los autores como Guevara (2005), Hirigoyen (1999) hacen un uso parcial del concepto de poder, que conlleva a un empobrecimiento en la solidez conceptual de su propuesta, puesto que el poder no sólo se remite a lo que Comte-Sponville (2003) llama poder sobre, que se distingue por cualidad de mandar y hacerse obedecer. Esta acepción no se refiere sólo a la acción posible de mandar y hacerse obedecer sino
que implica que existe la posibilidad de actuar sobre la voluntad del otro y no únicamente cuando se este presente sino que implica que es un poder que se reconoce por quien lo tiene y quienes están subordinados a él, en cualquier tiempo y lugar, con presencia o no del sujeto poderoso. También existe esa otra acepción, poder para, que consiste en la potencialidad inherente a quien se encuentra en posición de poder para lograr un objetivo en beneficio de un colectivo, utilizar los
medios disponibles para lograr un bien, estas precisiones permiten concebir el concepto de poder desde una posición en la que se señala el lado destructivo como el lado constructivo que tiene.
Con base en estas dificultades se propone que la violencia organizacional sea entendida como el acto dañino intencional (voluntario) emitido por un miembro de la organización, acto que va dirigido en contra de otra(s) persona(s) que tiende hacia la eliminación del(os) trabajador(es) de la organización, estos actos pueden ser físicos, económicos, sicológicos o sexuales, generalmente se presentan de manera combinada y tienen repercusiones en la salud del receptor.
CONCLUSIONES
1. Con base al modelo teórico de la violencia de Galtung (1998) se pudo mostrar que la violencia organizacional es alentada por la violencia estructural y la violencia cultural. La violencia estructural promueve la explotación de la mano de obra, mantiene en términos generales alienados a los trabajadores cuyos empleos poseen pobre capital social. La violencia cultural por su parte, promueve a través de los estereotipos étnicos, sexuales, de edad, y de cualquier otro tipo la estigmatización de los compañeros de trabajo que poseen alguno o varios de estos atributos. De tal manera que ante un contexto de esta naturaleza no es difícil sospechar
que la violencia organizacional sea una cuestión inmanente a las instituciones.
2. Hace falta concertar esfuerzos coordinados entre Estado, Empresa y Sindicatos para establecer de manera progresiva y sistemática una cultura de la no violencia organizacional, que vaya combatiendo a través de estrategias claras y en apego a derecho las creencias y las prácticas desleales que demeritan la dignidad de alguno o varios de los colaboradores de la organización. Alentando la práctica de la denuncia y su consecuente sanción.
3. Es necesario continuar trabajando en los registros de incidencia, de tal manera que éstos puedan ser más finos y sutiles, al mismo tiempo que puedan aplicarse a diferentes muestras laborales, para obtener datos más amplios y completos.
4. Es necesario una participación activa de los directivos de las áreas de Recursos Humanos al respecto de la violencia organizacional, para que empujen políticas de no discriminación y de no violencia, que vayan haciendo de los espacios de trabajo, lugares sociales de crecimiento humano y no solo de sobrevivencia económica, de la que solo están exentos los altos ejecutivos y altos funcionarios. Una cultura de la no violencia demanda por principio de cuentas coherencia con el marco jurídico establecido, así como una política institucional de oportunidad y desarrollo para todos los colaboradores sin excepción alguna por sus características.
(1) Teniendo como antecedente el GATT (Acuerdo general de aranceles y comercios, 1986) y después la firma del TLC (Tratado de Libre Comercio, 1994), sus repercusiones siguen hasta este momento inicios del S. XXI cobrando estragos, la industria, a la agricultura y al comercio nacionales han sido seriamente afectados, sacando algunos del mercado por la vía de los precios y los métodos de distribución internacionales aplicados dentro del país, lo que en aquel momento (1995) produjo dos millones de desempleados y el cierre de 17 mil empresas. Fecha en la que se inició la peor crisis económica mexicana registrada desde 1930.
(2) El desempleo a su vez está vinculado con el subempleo, las dobles jornadas, la inmersión temprana de jóvenes menores de edad al trabajo (en el mejor de los casos, sino es que a las calles, abandonando sus estudios), entre otros elementos más.
(3) De acuerdo con la Red contra la violencia hacia las mujeres a través de Villaescusa (1991:225-226), “...la causa principal del hostigamiento sexual es la ideología patriarcal, en la que la mujer es considerada como un objeto sexual. La ideología patriarcal, a través de la familia, religión, educación, y de los medios masivos de comunicación, refuerza cotidianamente esta idea de la mujer objeto, siendo interiorizada en ambos géneros. Las mujeres necesitamos usar, ponernos, hacer, consumir, un sinfín de cosas con el fin último de que algún hombre se decida a poseernos; lo vemos como el logro prioritario, de ahí que muchas mujeres reivindiquen los piropos como una valoración hacia su físico, no importa lo obsceno que sea, lo que cuenta es que un hombre o varios se hayan fijado en ella. El mensaje implícito es que si las mujeres hacen tantas cosas para agradar a los hombres, ellas desean uno, la mujer se sentirá satisfecha por la atención que cualquier hombre le preste. Dentro de este mecanismo estaría el hecho de que los hombres viven con el derecho de mirar, decir, tocar o poseer a cualquier mujer que deseen. La única limitación relativa es que esa mujer esté acompañada por otro hombre, aunque en ocasiones esto confiere un atractivo adicional ya que se trata de demostrar quién tiene más poder. El dominio sexual del varón sobre la mujer es la ideología más profundamente arraigada de nuestra cultura por cristalizar en ella el concepto más elemental del poder.Es dentro de este contexto donde ubicamos el hostigamiento sexual de que somos víctimas las mujeres en cualquier espacio en que nos encontremos: la casa, calle, centro de trabajo, sindicato, partido político, etcétera.Por lo anterior definiremos como hostigamiento, acoso, asedio o chantaje sexual, todas aquellas acciones incluyendo actitudes diferentes, sutiles o violentas, que teniendo un objetivo erótico sexual, presionan, obligan o conducen, a la persona ofendida a situaciones embarazosas, incómodas, violentas, angustiantes o desesperantes, coartando su libertad de acción de pensamiento o de realización, en todos los ámbitos de su vida, permitiendo o fomentando la estructura social patriarcal.El hostigamiento sexual en la calle, va desde el mencionado piropo que es en la gran mayoría de los casos comentarios morbosos u obscenos acerca de nuestro cuerpo, o alusiones al acto sexual, hasta las persecuciones y los intentos por tocarnos el cuerpo con la mano, pene o muslo. Todas hemos experimentado en el camión, metro, cine, incluso haciendo cola en las tortillas este tipo de agresiones hacia nuestro cuerpo. Las amas de casa son víctimas de hostigamiento sexual por los compadres, amigos del marido, parientes y vendedores ambulantes en su propio hogar.El hostigamiento sexual para las mujeres que salen al mercado de trabajo es más brutal, en la mayoría de los casos el patrón, jefe o líder sindical le insinuará que puede tener el empleo siempre y cuando se porte bien con él, lo que significa en la práctica que se acueste con él.Identificar situaciones de hostigamiento y chantaje sexual en el centro de trabajo no es siempre sencillo, menos fácil acumular pruebas de que ello se dio y aún más costos y raro llegar a denunciarlas, ya que el hostigamiento y chantaje sexual en el trabajo tiene consecuencias negativas, no sólo para la víctima, sino también en el ambiente laboral repercutiendo finamente en la eficiencia y productividad. En los centros de trabajo se vive más nítidamente la relación desigual de poder entre hostigador y hostigada; la necesidad de trabajo, de obtener permisos para asuntos personales, pero también la necesidad de afecto y de compañía, son necesidades objetivas de las asalariadas que las transforman en vulnerables, capaces de aceptar situaciones de hostigamiento o acoso con las que en otras circunstancias no hubieran transigido.Para las asalariadas el hostigamiento por parte del jefe o patrón, líder sindicar, supervisor, son: todos aquellos avances sexuales, contactos físicos y conversaciones insinuantes o de carácter sexual.”
(4) Un mito es una explicación en forma de relato de lo sagrado que encarna experiencias colectivas y representa laconciencia colectiva. Según Malinowski, los mitos proporcionaban la legitimación de las disposiciones sociales(Abercrombie, Hill y Turner, 1992:155).
(5) En el marco del presente trabajo la organización será entendida como el espacio objetivo creado por el hombre paraestablecer relaciones sociales con un objetivo compartido que sigue una racionalidad específica en el sentido weberiano(Weber, 2002:20). En el caso de las organizaciones económicas, como tal es el caso de las empresas o bien de algunasorganizaciones públicas o civiles, la racionalidad de las acciones de sus miembros sigue una racionalidad económica.
(6) Para Bourdieu todas las sociedades se presentan como espacios sociales, es decir estructuras de diferencias que sólocabe comprender verdaderamente si se elabora el principio generador que fundamenta estas diferencias en la objetividad.Principio que no es más que la estructura de la distribución de las formas de poder o de las especies de capital eficientes enel universo social considerado y que varían según los lugares y los momentos. Esta estructura no es inmutable, y latopología que describe un estado de las posiciones sociales permite fundamentar un análisis dinámico de la conservación yde la transformación de la estructura de distribución de las propiedades actuante y, con ello, del espacio social. Bourdieupretende transmitir el espacio social global como un campo, es decir a la vez como un campo de fuerzas, cuya necesidadse impone a los agentes que se han adentrado en él, y como un campo de luchas dentro del cual los agentes se enfrentan,con medios y fines diferenciados según su posición en la estructura del campo de fuerzas, contribuyendo de este modo aconservar o a transformar su estructura (Bourdieu, 2002b:48-49).
(7) Esta declaración señala en términos generales que todos los hombres nacen libre e iguales en dignidad de derechos:derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, derecho a no ser torturado, ni degradado, derecho a presumirla inocencia de toda persona acusada de algún delito, derecho a no ser privado de su propiedad (López Suárez Norma,1999).
(8) El artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1997:167) dice: “Esta Constitución, las leyesdel Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que secelebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los juecesde cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que puedahaber en las Constituciones o leyes de los Estados”.
BIBLIOGRAFÍA
Abercrombie Nicholas, Sthephen Hill y Brian Turner (1992). Diccionario de Sociología, Catedra, Madrid.
Azaola Garrido, Elena (1996). El delito de ser mujer. Hombres y mujeres homicidas en la ciudad de México: historias de vida, Plaza y Valdés, México.
Barbieri, Teresita de(2005). “Más de tres décadas de los estudios de género en América Latina”, Revista Mexicana de Sociología, Instituto de Investigaciones Sociales/Universidad Nacional Autónoma de México, Número especial 1939-2004, 65 Aniversario, pp. 197-214.
Blanco(2003)
Bonino Méndez, Luis(1995). “Develando los micromachismos en la vida conyugal. Una aproximación a la desactivación de las maniobras masculinas de dominio”, en Jorge Corsi, Mónica L. Dohmen y Miguel Ángel Sotés, Violencia masculina en la pareja. Una aproximación al diagnóstico y a los modelos de intervención, Paidós, México, pp. 191-208.
Bourdieu Pierre 2002ª Capital cultural, escuela y espacio social, 4ª edición, Siglo Veintiuno editores, México.
Bourdieu Pierre 2002b Razones prácticas, 3ª Edición, Anagrama, Barcelona.
Corsi, Jorge 1995 “El varón violento”, en Jorge Corsi, Mónica L. Domen, Miguel Ángel Sotés y Luis Bonino Méndez, Violencia masculina en la pareja. Una aproximación al diagnóstico y a los modelos de intervención, Paidós, México, pp. 11-40.
Galtung Johan 1998 Tras la violencia, 3 R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Gobierno Vasco: Comisión Europea.
Guevara 2005
Hirigoyen Marie-France 1999 El acoso moral. El maltrato sicológico en la vida cotidiana, Piados. España.
Leymann 1996
López Suárez Norma 1999 “Derechos Humanos: ¿palabras desgastadas?”, en ITER CRIMINIS, REVISTA DE DERECHO Y CIENCIAS PENALES, 2, Instituto Nacional de Ciencias Penales,
México, pp. 85-103.
Mac Millan 2002
Petrella Ricardo 1997 Mundialización e internacionalización -la dinámica del orden mundial emergente, No. 10, Viento del Sur, México.
Scialpi 2001
Smon and Schuster 1994
Spyropoulos G. 2001 El sindicalismo frente a la crisis: situación actual y perspectivas futuras. México: http.//132.236.108.39.8050.public/spanish/region/ampro/cinterior/temas/worker/do.../mdex.nt
Villaescusa Valencia María Elisa 1991 Hostigamiento sexual, presentado por la RED CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES, en Hilos, Nudos y Colores, En la lucha contra la violencia hacia las mujeres, Bedregal Sáez Ximena, Irma Saucedo González, Florinda Riquer Fernández (coord.), Ediciones CICAM, México.
Weber Max 2002 Economía y sociedad, Décima cuarta reimpresión, 1922 primera edición en
alemán, Fondo de cultura económica, México
Publicaciones gubernamentales y no gubernamentales Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 1997 Mc Graw Hill, Serie Jurídica, México
OIT 1998
ADICCIONES, AVATARES DE UNA VIDA SIN SENTIDO,
DESDE LA PERSPECTIVA DE LA LOGOTERAPIA

MTRA. AIDA MERCADO MAYA
DRA. LEONOR GUADALUPE DELGADILLO GUZMÁN

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA CONDUCTA
Resumen
Posiblemente el adicto en su niñez fue un ser humano no comprendido, quizás por su forma de ser tan sensible, esto le hizo sentir un vacío emocional que por alguna causa no hubo quien le explicará como llenarlo: se sintió diferente a los demás. No eligió ser adicto, necesitaba sentirse bien y al consumir drogas o alcohol esto le hacia sentir como que todo mejoraba, dejaba de estar irritado y descontento. Con el tiempo, consumiendo o no, se sentían mal. Las drogas siempre van a causar estragos en las personas que las consumen, sólo es cuestión de tiempo.

El hombre, en efecto, no se convierte en un drogadicto de la noche a la mañana. La ruptura con la realidad en la que cae no es un fenómeno puntual en tiempo y espacio. Por el contrario se presenta como un proceso existencial configurado por la patobiografía, historia de los caminos transitados por cada uno de los ejes de la dimensión estructurante yo – mundo. Es aquí donde cuenta la formación de cada hombre en tanto ser – en – el – mundo, solo que en el caso del drogadicto aparece tan sólo como una figura presente a modo de ausencia (Acevedo, 1998).

Con base en lo anterior y a partir de la revisión y el análisis teórico-conceptual de los aspectos personales relacionados con las adiciones, bajo la visión de la logoterapia del Dr. Frankl, se desarrolla este trabajo, cuya finalidad es documentar este modo de enfermar que no deja de lado lo humano.

Palabras clave: adicción, drogadicción, droga, óntico, existencia.

Abstract Possibly the addict as a child was a human being not understood, perhaps because his way of being so sensitive, this made him feel a void emotional for some reason there was not explain how to fill him: he felt different from the others. He did not choose to be addict, I needed to feel good and consume drugs or alcohol to feel like this will all improve, ceased to be irritable and discontent. Over time consuming or not, became ill. Drugs are always going to wreak havoc on the people who consume, it's just a matter of time. The man, in fact, does not become a drug addict for overnight. The break with the reality that falls is not a phenomenon spot in time and space. On the contrary is presented as a process shaped by the existential patobiografía, history of the roads travelled by each of the axes of the scale structuring myself - world. This is where the mind of every man formation while being - in - the - world, only in the case of drug appears only as a figure like this absence (Acevedo, 1998).

Based on the foregoing and from the review and analysis of the theoretical and conceptual aspects related or personal additions, under the vision of the speech of Dr. Frankl, develops this trial, which aims to document this way of becoming ill that does not neglect the human.
. Keywords: addiction, drug addiction, drug óntico, existence.